Paihuano

Montegrande es el lugar de la infancia feliz que Gabriela Mistral atesora en su alma durante toda su vida. Aquí la pequeña Lucila, guiada por su madre, usa todos sus sentidos para absorber el paisaje que la rodea y sus gentes. La Casa Escuela de Montegrande invita a sus visitantes a contactarse con esa infancia humilde materialmente, pero inmensamente rica desde el punto de vista de la imaginación de la pequeña Gabriela.

Gabriela Mistral mantuvo una relación de amor-odio con su país. En sus últimos años la autora reflexiona sobre esto y otros temas más personales, preparándose para un último adiós. El mausoleo permite a los visitantes seguir el hilo invisible de estas últimas reflexiones e inspirarse frente a esta mujer excepcional y vanguardista. Una mujer referente y ejemplar del siglo XX, aún vigente en la actualidad.