Construido a partir de 1842, el Cementerio Municipal de La Serena es, en sí mismo, un hito patrimonial. Se ubica en avenida General Novoa sin número, en el barrio de La Antena, al oriente de la ciudad.
El lugar destaca por sus esculturas y rincones arbolados, así como por las curiosidades que jalonan su historia y su presente. Su edificación estuvo a cargo del militar y político Gregorio Cordovez, quien fue –precisamente– la primera persona en ser sepultada allí. Además, es uno de los pocos camposantos en el país que alberga los restos de un Presidente de la República, en este caso, Gabriel González Videla.
Allí, en un sencillo mausoleo, se encuentra la familia de Gabriela Mistral: su madre, Petronila Alcayaga Rojas (fallecida en julio de 1929); su hermana, Emelina Molina Alcayaga (marzo de 1947); y su sobrina, la hija de Emelina, Graciela Barraza Molina (marzo de 1926).
Una familia de la cual nunca se desprendió, como se evidencia en una carta-respuesta enviada a la poeta, fechada en Vicuña el 14 de noviembre de 1949, en la cual su amiga Isolina Barraza le contaba lo siguiente: “Querida señorita Gabriela: Contesto con mucho gusto su tarjeta recibida el 23 de octubre, desde México, alegrándome grandemente que su salud haya progresado… Sobre su encargo de colocar flores en la tumba a sus queridos muertos, podemos contar con la buena voluntad de una amiga mía, maestra primaria, quien cumplirá con todo agrado este deseo suyo”.
Durante su visita a La Serena, en septiembre de 1954 –en su último regreso a Chile y a su región–, entre sus múltiples e intensas actividades, Gabriela visitó el lugar. Así lo relata el investigador Hernán Herrera Vega, en su libro “Vicuña, anales de su historia” (2014): “La ciudad de las siete colinas y de los campanarios la recibe con los brazos abiertos. A las 16 horas con cuarenta y cinco minutos (29 de septiembre) ingresa a la ciudad de La Serena, procedente de Vicuña. Se detiene en la plazuela del cementerio, siendo recibida por el alcalde don Juan Cortés Alcayaga, quien había ordenado colocar una hermosa corona de flores a nombre de la ciudad en el mausoleo de la familia de Gabriela. Recibe el ramo de flores e ingresa al cementerio, hasta el mausoleo. Reza silenciosamente mientras bajan por sus mejillas algunas lágrimas. Gabriela se sentía enferma, pensaba que seguramente esta sería la última vez que visitaría a sus deudos. Momentos después de haber cumplido con este acto recordatorio, de carácter privado, la poetisa y sus acompañantes se dirigen al Hotel de Turismo, en donde se hospedarán”.